Nací en Capital Federal en Diciembre de 1960, en la zona de Congreso. Pasé parte de mi infancia en ese barrio.
Posteriormente, nos mudamos a Flores, lugar en el que me quedé hasta hace algunos años por motivos familiares.
Cuando fui adolescente, estudié dibujo y pintura, dado que me gustaba mucho y conseguí sentir que se era mi espacio para relajar.
Luego, ingreso a la Facultad de Arquitectura en el año 1972. Egresé en 1978 y fui docente de la UBA. Pero el transitar por TELEFE, durante el año 1995 como escenógrafa, me llevó a descubrir la fuerza y necesidad de plasmar obras corpóreas.
Así fue que paralelamente a mi trabajo, me volqué a la arcilla. Y esta se convierte en un elemento totémico, un cuerpo que es parte de un ritual… construir para destruir y…destruir para construir.
Así, toda producción, todo proceso es parte y es totalidad, es medio y fin, es obra y es modo.
Por último, me puedo describir como pura razón. De ahí que la mayoría de mis obras son cabezas, pero el inconsciente es tan fuerte, que aparece delante de mí en la obra una tensión que se sostiene en todo el período de construcción entre lo que veo y lo que va corporeizándose afuera.
Creo haber encontrado, una tecnología emocional.